Con una trayectoria que integra tanto la práctica litigante como el arbitraje internacional, mi enfoque se distingue por una profunda comprensión del proceso contencioso y de los desafíos que enfrentan las partes en disputas complejas. Creo firmemente que para liderar un arbitraje de manera efectiva, es esencial haber estado en la posición de quien defiende una causa, comprendiendo a fondo las dinámicas procesales y las cargas de la prueba.

En mi práctica, evito la saturación de casos porque cada disputa merece un análisis meticuloso y el tiempo necesario para ser comprendida en toda su complejidad. No creo en soluciones rápidas ni en abordajes superficiales; mi compromiso es con la profundidad y la precisión, asegurando que cada parte se sienta escuchada y que el laudo refleje un estudio exhaustivo y fundamentado en derecho.

Además, considero que el arbitraje no debe ser rígido ni excesivamente formalista. Estoy convencida de que las partes deben tener un rol activo en el diseño del proceso, y no temer a la innovación. Mi objetivo es crear un entorno donde todos los involucrados se sientan verdaderamente partícipes y confiados en que su caso ha sido manejado con la atención y el rigor que merece.